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Amanciero soy

Alegrías y compromiso

Ahora cuando los días se tornan diferentes, la alegría comienza a tatuarse como emblema de un pueblo que henchido de dignidad realiza   ajustes irrevocables para afincarse a  destinos conquistados y acoge en su seno a los hijos que regresan victoriosos y dignos del oprobio y la injusticia.
Cuando la esperanza se abraza a principios  ondean presagios y premoniciones, unos buenos y otros indignos, la historia y las tradiciones forjadas en la manigua redentora o la Sierra Rebelde,  llegan como brújulas y  razón de resistencia.
Adversidades  personales, propósitos ambiciosos, quimeras en lontananza, amores por venir, carestías, se mezclan en armonía para que cada persona y familia reciba el advenimiento de un nuevo año con cifradas aspiraciones y nuevas metas.
Los habrá que  buscaran la felicidad a costa de lo fácil y vano; hurgaran en ardides y necedades; los otros, que somos los más, continuaremos  confiando en el trabajo creador, mantendremos la justicia social en el pináculo del cotidiano hacer y miraremos al futuro con las lentes de los principios.
De nada servirán los vaticinios de perversos agoreros, la voluntad se impondrá y entre los rigores del laboreo, siempre vendrán ventiscas esperanzadoras
como torrentes de motivaciones seguir avanzando.
En horas la atmosfera se vestirá de humeantes aires, olores inconfundibles, copas con ese sabroso bastardo hijo de la caña de azúcar o  la rica cerveza, se alzarán en señal de fiesta. La grasa animal, el congrí, la yuca hervida y las ensaladas frescas, bautizadas de algún que otro riego bendito, venido de nuestros orishas, anunciarán que se descorre el telón del jolgorio.
De un extremo a otro el archipiélago vibrará de emociones y firmeza. Los aires de prosperidad soplaran con el aliento de las hermanas y hermanos que allende los mares purifican la solidaridad y engrandecen nuestra vocación humanista.
Por eso con los festejos por el nuevo año vendrán las loas y el augurio de larga vida y nuevas victorias, junto a su líder indiscutido e invicto, a una Revolución que ha navegado vencedora, a pesar de imperfecciones, aciertos y desaciertos, pero nunca con desajustes éticos.

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