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Amanciero soy

Dos cabezas en La Corraleta

Dos cabezas en La Corraleta

Como cada día de su existencia el amanciero Manuel Gerpe García, el pasado 8 de abril, se tiró temprano de la cama, esta vez con una preocupación agregada: Ojinegra, una de sus vacas favoritas y más productivas, presentaba síntomas de llegar al final de su embarazo. El café traído en las manos de su esposa Lidia, se lo bebió de un solo sorbo y los pasos apresurados lo llevaron hasta la corraleta contigua a la vivienda.

Ante las molestias evidentes y los trabajos de parto, Ojinegra mostraba desesperación e impotencia. Gerpe, sin pensarlo dos veces, apeló a la experiencia de de más de 40 años en los trajines de la ganadería y ni corto ni perezoso pasó de ordeñador a veterinario. Ahí mismo vino la sorpresa: luego de interminables ajetreos, Ojinegra expulsaba desde sus entrañas una increíble criatura.

-“Fíjate, llevo muchos años dedicado a este trabajo y te aseguro que en mi vida había visto algo igual”, me espeta Gerpe todavía sorprendido por el capricho de la madre natura.

Ante mis ojos se muestra una rara figura bicéfala. Las dos cabezas, muy bien definidas, anuncian la curiosidad, mientras Manuel me cuenta que el animal tienen un récord de unos 5 partos, todos normales, y es de las que diariamente entrega alrededor de 8 litros de leche.

Así con mi desconocimiento a cuestas me largué en busca de la explicación científica y acreditada. Según la doctora Idania Hemming Bennett, directora del Instituto de Veterinaria, en esta localidad tunera, “evidentemente se trata de una malformación genética. Este fenómeno es poco frecuente y puede obedecer a varios factores, entre ellos: la consanguinidad o a la no división de los óvulos de un embarazo que parecía ser gemelar”

Lo ocurrido en la finca La Corraleta, ubicada a pocos kilómetros del principal centro urbano del municipio de Amancio, se riega como pólvora. Nace el rumor y se extienden cometarios; los unos exageran, los otros muestran incredulidad. Pero lo cierto es que la noticia se corre de boca en boca, mientras Ojinegra, con cierto orgullo deja ver cierta tristeza ante la muerte inmediata de su bicéfala criatura.

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