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Amanciero soy

Sus Manos

Sus Manos

Sus manos me provocan un embrujo sin par. En ellas aprecio un lenguaje sugerente, intencionado y capaz de advertir estados de ánimo, énfasis, análisis profundo, además de ser comprensible y dialéctico

 

En sus manos cada gesto, sin estar calculado, seduce y atrae la atención hasta del más despistado. Ahora juntas, por separado, o con sólo algunos dedos: subraya la intensidad o simplemente insinúan la prioridad y el valor, porque ellas son el reflejo y el espejo de un ser transparente, sincero y digno.

 

La costumbre de observar sus manos traídas por imágenes de televisión, o en las páginas de revistas y periódicos, despertaron un profundo interés por descifrar en la charla camaraderil, en el discurso político o en los rigores diplomáticos, ese mensaje humano, solidario, franco y culto que siempre expresan.

 

Sus manos, capaces de empuñar la pluma del buen periodismo, el rebelde fusil de la justicia, salvan al niño, al obrero o la mujer; se visten de pelotero o basquebolista y acompañan e ilustran la palabra para expresar verdades, principios y profecías, son todo un símbolo.

 

Cuando cerca estuve de sus manos, esas que atrajeron la sensibilidad y provocaron el derroche artístico de Oswaldo Guayasamín, sentí esa rara sensación de regocijo interior y casi vanidoso, la cual se hizo visible, cuando una de esas manos, cubrió con afecto mi hombro izquierdo.

 

Pero el ego gana y ahora mi mayor ambición no es sólo comprender el lenguaje directo y claro de sus manos, impregnarme del mensaje de sus gestos, sino que va más allá, para desear estrechar algún día, esas manos que luchan por mantener aspiraciones que en Cuba dejaron de ser sueños, para convertirse en realidades tangibles, universales e históricas.

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