En paz descance Isidro Quiñones Rodríguez
La vida acorta sus espacios cuando es segada por la muerte que llega con su manto de espanto, oscuridad y sufrimientos para lacerar el sentimiento y romper de un golpe armonías, alegrías y junturas.
Hoy el destino, orlado de ese inevitable instante que es el fallecimiento, arranca de nuestro lado la siempre estimada presencia de Isidro Quiñones Rodríguez, hombre facturado a imagen y semejanzas del ejemplo, la honestidad y la nobleza convertida en conducta.
Un enorme vacío queda en su familia, esa misma que supo inducir con una vida plagada de sapiencia y entrega, educándola en los rigores del buen hacer y el trabajo creador.
De Ñingue se pudieran decir muchas cosas, de sus días como enlace de las tropas que libraban la batalla por la libertad, de su apego a la justicia, de sus jornadas como trabajador agrícola, como secretario de la UJOTCE en Yamaqueyes, o simplemente, en los ajetreos de la antigua CONACA.
Sus tres hijos y todos los que lo conocieron, saben de sobra que Ñingue, no claudicó ante los tropiezos que le impuso la vida en 77 años de existencia, por el contrario, se creció y enseñó a su familia a crecerse; por esa y otras muchas virtudes, es que su partida abona las semillas de la esperanza y los buenos sentimientos.
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Adonay -