El renacer de Carlito
Carlos García echa atrás sus 88 años de edad y no encuentra en esas más de ocho décadas de vida, nada que le proporcionara tanta alegría como la nueva y confortable vivienda que comienza a habitar en el reparto José Martí.
Carlito, como todos lo conocen, otea el horizonte y sus ojos de viejo hombre de mar se achican para dejar rodar, mejilla abajo, una gruesa lágrima como espontáneo gesto de agradecimiento e imperturbable muestra de regocijo.
“Yo nací aquí en Guayabal, hice mi familia y como pude construí una modesta casita. Mi vida siempre ha sido el mar. En todos estos años soporté sus envestidas y bonanzas. Esas cálidas aguas me dieron incontables alegrías y no pocos sin sabores”
En sus manos temblorosas por la emotividad del momento se regodea una taza del aromático café servido por su hija Conchita. Me mira fijo y como si lanzara al infinito de azules y transparentes aguas su red me cuenta que vivió los destrozos ocasionados por el ciclón de 1932. De las desgracias, el abandono, la muerte y el hambre que como lastre de los fuertes vientos y las indetenibles marejadas del meteoro signaron el humilde poblado de pescadores.
“Hoy todo es diferente. Fíjese que casi un año después del paso devastador del huracán Paloma y la visita del compañero Raúl (Castro) los vecinos afectados por la naturaleza recibimos las llaves de estos apartamentos; viviendas que nunca soñamos tener y que sólo han sido posible por la humana obra de nuestra Revolución”
Vicente González, jubilado del Ministerio del Interior y casado con Conchita la hija de Carlito, se entusiasma ante el diálogo y recuerda sus años de servicios en la Capitanía del puerto, de los numerosos estímulos recibidos como tributo a una vida consagrada a esos menesteres.
“Es incomparable la preocupación del estado cubano. En ningún lugar del mundo nacen milagros como este. Se edificaron en apenas un año, 112 viviendas, una red de instituciones de la salud, la educación, Cultura, Deporte, además de las dedicadas a los servicios básicos para la población”, asegura.
“Este nuevo poblado del reparto José Martí, aquí en Guayabal es un monumento a los desvelos de la Revolución. Es un ejemplo a imitar por quienes se envilecen y sólo piensan, con egoísmo, en su bienestar personal”
Así, el ayer humilde costero caserío, cede su protagonismo a una nueva urbanización que se incrusta en la geografía del tunero municipio de Amancio, para vindicar la existencia de mujeres y hombres, que como Conchita, Carlito y Vicente disfrutan la plenitud y las bondades de vivir en Cuba
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