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Amanciero soy

A un año de la visita de Raúl

A un año de la visita de Raúl

¡Raúl está en Guayabal!, ¡llegó Raúl!, fueron voces y exclamaciones  que corrieron sobre las costillas heridas del principal asentamiento costero del tunero municipio de Amancio.

Todavía se respiraba el aire embriagado con la pesadumbre del salitre incrustado por las fuerzas del oleaje que el huracán Paloma lanzó contra el apacible poblado como un reto a la voluntad de sus  nobles y hacendosos vecinos.

El segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), estrechó manos, regaló sonrisas y embadurnó el ambiente con la necesaria esperanza, lacerada, momentáneamente, por la arremetida del  terrible  meteoro, avizoró la prudencia de reconstruir el caserío alejado de la costa.

En instantes Raúl  explicó la situación internacional,  se interesó por los daños ocasionados por Ike y Paloma a lo largo del archipiélago, expuso  las medidas adoptadas para resarcir los cuantiosos estragos y la necesidad de mantener la recuperación con los recursos del territorio.

El general de Ejército, conversó fraternalmente con Arielito, ratificó la exclamación de Edelma de luchar contra las adversidades hasta vencer, preguntó por el presidente del Consejo de Defensa de la demarcación y aprovechó cada instante para patentizar el principio de la Revolución de no abandonar a nadie.

Un momento de particular significación humana resultó su diálogo con la pequeña Denisbel  Espinosa Licea, a quien regaló un lapicero y comprometió a escribirle cuando aprendiera a leer. En reciprocidad la avispada niña le dedicó un beso y por su intermedio envió otro a Fidel.

El calor reinante sólo era soportable en aquella mañana del 10 de noviembre de 2008, por la entrañable admiración que sienten los cubanos por el legendario combatiente de la Sierra Maestra, quien con humildad y franqueza reciprocó cada gesto afectivo.

Al cumplirse el primer año de la visita del Presidente de los Consejos de Estado y Ministros de la República de Cuba, al apacible y hacendoso poblado de Guayabal, su firme voz retumba en cada ladrillo que fragua la obra que erige un pueblo confiado en su destino y protagonista de su renacer.

Ya en la retirada Raúl  envió a los amancieros un saludo por ser un pueblo laborioso y noble, sentenció que estaba (en esos momentos) con los más necesitados, pero que volvería cuando se culminaran las obras de la reconstrucción

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