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Amanciero soy

El médico del Moncada

El médico del Moncada

Corría el año 1949 cuando llega al pueblo de Colón un hombre presa de la desesperación y el dolor por la  enfermedad de una pequeña hija, además de la angustia por la ausencia casi total de dinero en sus bolsillos. Un conocido  le recomendó una consulta  particular. Ante la inminencia de la lluvia y lo avanzado del día, el afligido padre no lo piensa más. La niña fue atendida con especial esmero por el médico que al terminar pregunta - ¿dónde usted vive?...

--  En un lugar distante a 5 kilómetros de aquí, señor.
--  Usted no puede llevarse a la niña en el estado en que se encuentra.
--  Pero doctor, reclamó el hombre, no tengo otro sitio donde llevarla

A lo que el galeno en actitud donde sobresalía un profundo humanismo, respondió enérgicamente:

--  ¡Esta niña se quedará en mi casa!

Ese médico nació el  26 de julio de 1912, en la matancera ciudad de Colón, donde cursa sus primeros estudios, bajo la guía y orientación familiar, a pesar de la modesta  posición económica en el hogar.

Matricula medicina en La Habana. Como otros jóvenes que vive de frente a su tiempo ingresa en el Directorio Estudiantil Universitario, combatiendo desde sus filas al agonizante régimen de Gerardo Machado hasta su caída, cuando  regresa  a las aulas universitarias, destacándose por su posición revolucionaria

En 1942 se gradúa de médico y se dispone a ejercer su profesión en el terruño natal,  donde es sorprendido por el artero golpe de estado proimperialista escenificado por Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, suceso que empeoraba la situación de la mal llamada República, pues las bayonetas de la reacción más desmedida asumieron el poder.

Apenas transcurridos unos meses de la repugnante e impopular traición castrense, la Generación del Centenario, encabezada por Fidel castro, se dispuso a vindicar los ideales martianos por la vía de la lucha armada.  Su casa se convirtió en sitio de reuniones con la participación de jóvenes con inquietudes revolucionarias, entre  ellos Fidel Castro y los hermanos  Haydee y Abel Santamaría.

El  médico era aficionado  al deporte, a la aviación y a la radiotransmisión. Sus conocimientos  de radioaficionado los utiliza para servir a la patria encadenada. En esos trajines construyó varias plantas por encargo de Fidel Castro para ponerla al servicio del movimiento revolucionario.

Partió de Colón  un día de julio de 1953 hacia Santiago de Cuba, en memorable viaje hacia la historia. Participó en el grupo de Abel Santamaría en la toma del hospital Saturnino Lora, donde es apresado y ultimado salvajemente.

Exactamente a los 41 años de vida caía el valiente profesional, revolucionario de limpia trayectoria, enemigo de la corrupción y la politiquería. El joven que supo situarse al la altura del momento histórico que le correspondió vivir: Mario Muñoz Monroy, el médico del Moncada. En su valiente alegato de autodefensa, conocido como “La historia me absolverá”, Fidel Castro expresó:
(...) el primer prisionero asesinado fue nuestro médico, el doctor Mario Muñoz que no llevaba armas, ni uniforme y vestía su bata de galeno; un hombre generoso y competente que hubiera atendido con la misma devoción, tanto al adversario como al amigo herido (...)

Lo que no pensaron sus asesinos fue que con el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, la figura de Mario Muñoz Monroy, se multiplicaría en miles de médicos que prestarían sus servicios y conocimientos desinteresados en cualquier rincón del mundo. Que en cada estudiante de medicina está presente su ejemplo,  como lo está en la obra de la revolución que gestó.

En otra parte de la “Historia me absolverá” Fidel declaró: (…) mis compañeros, no están ni olvidados ni muertos; viven hoy más que nunca y sus matadores han de ver aterrorizados como surge de sus cadáveres heroicos el espectro victorioso de sus ideas (…)































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