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Amanciero soy

El informal

“Incumplimiento de las normas establecidas, falta de solemnidad, incumplimiento de las obligaciones o de los compromisos. Acción o cosa censurable por informal. Cualidad de informal”. Así reflejan algunos diccionarios el  significado de la palabra informalidad. Actitud que denigra tanto al informal como a la víctima de tan despreciable acción.

Defecto, negativo proceder, falta de responsabilidad, irrespeto a semejantes, burla, son calificativos que se le pueden endilgar a esta manifestación que aflora y se va de los cauces de sus portadores tradicionales, para anclar en cualquier  oficio, prestación de servicio o gestión burocrática.

El informal se justifica con una sarta de mentiras y excusas que sitúan su credibilidad en  el paredón de la opinión pública, además de provocar rechazo, desmoralización e incluso enemistades y altercados desagradables.

Por lo general, el infectado, es una persona dotada de poder decisor, de conocimientos, un ser que ha desarrollado habilidades para determinadas  manualidades o  servicios muy solicitadas por sus semejantes, llegando al extremo de considerarse imprescindible e intocable.

-    “Total. De todas formas tienen que venir a mí. Soy el único(a) que le puede resolver ese problema. Hoy se molesta, pero tiene que regresar”. Son algunas de las elucubraciones que deben navegar en la mente del o la  informal.

Los informales se cubren con lana de ovejas, se presentan como buena gente. Sonríen, hacen bromas con  su vergonzoso proceder y hasta se vanaglorian de sus repudiables actos.

La informalidad es un fenómeno que complejiza y ocasiona torceduras en  las relaciones sociales, rompiendo  la  necesaria estabilidad de la convivencia entre los diferentes actores comunitarios. Lo mismo se manifiesta en el mundo institucional que en el área domestica.

Cuántas oficinas incumplen los horarios de sus prestaciones. En cuántas consultas se perpetúa  la espera sin que llegue el galeno; en cuántos salones de reuniones languidece la paciencia ante la demora o tardanza de los convocantes. Son innumerables las personas que sufren incomodidad ante el retraso injustificado de determinado servicio.
 
Y no estamos hablando de una enfermedad propiamente dicha. Este mal se engorda a partir de las grietas en la formación de la personalidad, teniendo como condicionantes el ejemplo de la familia, la influencia de la escuela y el medio en que se desarrolla el individuo.

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