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Amanciero soy

José Hidalgo, un hombre de su tiempo

José Hidalgo, un hombre de su tiempo

Pocos imaginaron que el niño nacido el 19 de marzo de 1956, allá en las tierras de El Palenque, estaría destinado a formarse como un hombre hecho a la medida de la integridad personal, aunando en su fértil existencia valores engendrados en la familia y el conocimiento adquirido en su tránsito por una vida cargada de honestidad y servicio público.

Y aquel muchacho, de buen carácter, emprendedor y hacendoso, inició un recorrido estudiantil que lo condujo por la escuelita Luís Augusto Turcios Lima, la holguinera Oscar Lucero, El Caney y la escuela Pedagógica Pepito Tey, centro donde alcanzó su titulación como maestro, que al decir de José Martí: es hacerse creador.

En ese extenso y fecundo tránsito, convertido en todo un profesional, sin escatimar tiempo ni esfuerzo, logra concluir, primero sus estudios como técnico medio en derecho, hasta que, matriculado en el Instituto Superior Hermanos Marañón, de Santiago de cuba, alcanza su expediente como licenciado en derecho.

La verticalidad de su actuar público lo lleva hasta los órganos locales del Poder Popular, desempeñándose como delegado de circunscripción en dos mandatos, funcionario de la secretaría de la Asamblea local y responsable del trabajo de las comisiones en el gobierno provincial.

La sede universitaria Aydée Santamaría Cuadrado, siente su tránsito por las aulas contribuyendo a la formación de nuevos licenciados en derecho. Se desempeña en la unidad presupuestada de servicios comunales; en las oficinas de Estadísticas, colabora con el censo de población y viviendas.

Su consagración y amor por el bien hacer le permitió, en las filas del Ministerio del Interior, realizar funciones como oficial de carpeta, político, instructor penal y responsable del departamento de cuadros, alcanzando los grados de capitán, además de ser reconocido como donante de sangre y por los servicios distinguidos dentro de ese órgano que fortaleció su indeclinable actitud ante la justicia y la dignidad humana.

Hoy cuando la muerte tiende su negro manto y le arrebata la vida a este martiano y fidelista confeso, su obra humana, esa que le permitió, junto a su amada esposa, María Estela Guevara Ramírez, formar una familia llena de atributos de humildad y buen hacer, valores de los que son portadoras sus queridas hijas y el resto de su prole.

Hoy acudimos a la despedida física de un hombre que consagró su vida a desbrozar dificultades, combatir lo mal hecho, haciendo de su existencia una fragua de virtudes y legado. Llegue a sus seres queridos, amistades y compañeros, las sentidas condolencias de quienes conocimos a, José Ángel Hidalgo Martínez, convertido hoy en semilla y ejemplo. ¡Descansa en paz camarada! 

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