Un destino, dos hombres
Todo parece indicar que la vida deparó para Antonio Maceo Grajales (1845 - 1896) y Ernesto Guevara de la Serna (1928 - 1967), la confluencia de principios éticos y revolucionarios, que los llevó a una protagóníca participación, en diferentes épocas, de nuestras gestas por la independencia.
El primero, desde su incoporación a la Guerra de los Diez Años, evidenció talento como estratega, coraje y un valor que lo llevó a escalar desde el puesto de soldado hasta convertirse en uno de los principales y brillantes jefes de la insurrección iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en 1868.
Demostró fortaleza y capacidad militar en las más de 600 acciones combativas protagonizadas desde las filas del campo insurrecto, méritos suficientes para, ganar los grados de Mayor General y Lugarteniente General del Ejército Libertador.
Pero sin dudas la verticalidad de sus principios éticos y patrióticos lo ubicaron en el centro de esa página gloriosa de nuestra Historia conocida como la Protesta de Baraguá, con su viril e inclaudicable actitud al rechazar la propuesta de una paz sin independencia ni abolición de la esclavitud.
En la Guerra Necesaria, organizada y dirigida por Josér Martí, fue artífice, junto al Generalísimo Máximo Gómez Báez, de la histórica proeza de llevar los escenario de la beligerancia, desde el oriente cubano hasta el occidente del archipiélago, en la conocida y elogiada invasión.
El Héroe de Dos Ríos, con visión y agudeza política plasmó, en papel y tinta, su valoración de Antonio Maceo: " Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. […]
En el desarrollo de la última etapa del proceso de liberación cubano, ganó particular relevancia Ernesto Guevara de la Serna, un médico argentino con profundas raíces internacionalistas y de justicia social, que luego de conocer a Raúl Castro Ruz, en México, se enroló en la aventura revolucionaria del yate Granma, comandada por Fidel Castro Ruz.
Ganada la confianza del líder revolucionario, el Che, se alistó como soldado en la legión cubana, cuyo propósito era: ser libres o mártires en 1956. Vino en el Granma y en infausto recibimiento de la soldadezca batistiana a los expedicionarios en Alegría de Pío, demostró su fibra revolucionaria y humana al preferir una caja de balas antes que el maletín con los útiles de la medicina.
Así comenzó una real leyenda que lo posicionó como uno de los más audaces jefes del naciente Ejército Rebelde. Su capacidad la empleó en el adiestramiento de los bisoños soldados, fue fundador de la escuela de reclutas de Minas del Frío y creador de un conjunto de talleres que posibilitaban rudimentarios medios para el sustento de la guerrilla.
Por su actitud e inteligencia, después de demostrar en la Sierra Maestra su valía como soldado y jefe militar, es nombrado comandante y encargado de extender la guerra revolucionaria, a imagen y semejanza de la épica invasión mambisa, junto a su compañero Camilo Cienfuegos Gorriarán.
En ese trayecto invasor demostró sus cualidades de estrtatega, su irónico sentido del humor y credo incuestionable a los principios de movimiento revolucionario, cuyo núcleo central se encontraba en las montañas orientales.
En 1958, bajo el acoso de las fuerzas de la tiranía batistiana y la naturaleza, en su empeño de coronar la órden de Fidel de llegar hasta el occidente, cruza por el territorio que actualmente ocupa el tunero municipio de Amancio. En estos predios conoce de la efervecencia revolucionaria de la zona y según testigos presenciales, es en estos lares, comienza a usar la icónica boina que inmortalizó la fotografía de Korda.
La épica batalla de Santa Clara lo consolida como soldado y jefe militar a toda prueba, sus dotes de estratega se incrementan con la toma de la central ciudad y del tren blindado, acciones que le abren las puertas hacia la capital del país, para que asuma otras responsablidades en la directiva revolucionaria tras el triunfo del primero de enero de 1959.
Ministro de industrias, creador de las jornadas productivas en los trabajos voluntarios, formador de cuadros, portador de las ideas del triunfante movimiento reolucionario en visita al campo socialista y los países africanos.
Su extensa hoja de servicios a la Revolución Cubana y entrega total a la construcción de una nueva sociedad cimentada en los principios socialistas, lo hacen merecedor del cariño del pueblo y ser declarado, el 9 de febrero de 1959, como ciudadano cubano por nacimiento.
Sus inquietudes humanitarias e internacionalistas hacen que renuncie a sus cargos en el gobierno revolucionario para empreder su trayecto con el objetivo de contribuir a la independencia de las colonias africanas, al frente de un piquete de experimentados combatientes cubanos.
El fracaso de la misión internacionalista africana, le abre las puerta a su añorado anhelo de luchar por la justicia social y la libertad de los oprimidos de América Latina. Bolivia lo acoge junto a su tropa de fogueados soldados cubanos y lationamericanos.
Allí en medio condiciones adversas, cae en combate, en la Quebrada del Yuro, quedando inmortalizado para todos los tiempos como esperanza de redención y dignidad.
Jamás pensaron los victimarios de Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna, que sus muertes servirían de fértil abono a todas las causas independentistas, a los movimientos progresistas y de justicia social en todo el mundo. A pesar de sus muertes siguen en el ideario político mundial, como jamás tan vivos.
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