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Amanciero soy

Ike y yo

Ike y yo

Aseguro que lo seguí,  vía Internet, desde que prácticamente era un embrión. Luego  observé su posible trayectoria y comenzó a preocuparme  su evolución y futuro desarrollo.

La fase de alerta ciclónica  me llevó hasta el  Consejo de Defensa Municipal. A partir de ahí se desencadenó todo un sistema de divulgación y orientación a la población sobre las medidas que debían adoptarse para prevenir daños.

Viajes constantes y permanencia  hasta altas horas de la madrugada en la comunidad costera de Guayabal. Punto geográfico vulnerable a las penetraciones del mar y con antecedentes de resistencia a la evacuación.

Se incrementaron las acciones informativas. Entrevistas a los principales dirigentes del gobierno y el Partido. Ike es una verdadera amenaza para la parte oriental del país.

Aumentan los riesgos. Visitamos centros de evacuados, de elaboración de alimentos, divulgamos las medidas dictadas por  el Órgano local de la Defensa Civil y su Estado Mayor Nacional.

Se retira en servicio de electricidad, el municipio queda  en tinieblas sin luces ante el fenómeno que se avecina. Se activa el dispositivo en la emisora para mantener la vitalidad de este medio de información a la población.

Llueven llamadas telefónicas de los oyentes para conocer detalles precisos del  evento climatológico. Se les responde con certeza y se infunde optimismo y confianza, aunque se alerta sobre los riesgos y la amenaza que se cierne sobre nosotros.

Pongo a buen recaudo a mi anciana madre, 84 años de edad. A esta altura se materializa el enfrentamiento  del hombre con su inteligencia contra la fuerza bruta de la naturaleza.  Ike con furia ciega golpeó la añeja cubierta de mi vivienda, inmueble que resistió con valentía y orgullo su integridad.

Familiares y vecinos, en medio de los fuertes vientos y la intensa lluvia protegen pertenencias vitales. Por momentos la impotencia se adueña del pequeño grupo. Pero la voluntad y el espíritu de resistencia y solidaridad soslaya temores y detiene la aparición del miedo.

No es exagerado decir que los efectos de IKE son devastadores. Sin embargo se puede asegurar que este huracán nos golpeó duro, pero no nos venció. Tras el paso del “Leñador”, como muchos nombran a ese  fenómeno natural, un pueblo entero se levanta y  con mucha voluntad se recupera de las heridas y estragos de la décima formación ciclónica de la presente temporada.

 

 

 

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