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Amanciero soy

Vida nueva en el campo

Vida nueva en el campo

Cada fin de semana la quietud y apacible vida de la campiña amanciera se trueca en hacendosas jornadas donde la alegría, el sentido de pertenencia y las transformaciones, se juntan de las manos para consolidar aspiraciones y satisfacer necesidades.

A pesar de las limitaciones financieras impuestas por la crisis global y las lacerantes secuelas del criminal bloqueo, impuesto por más de 50 años a nuestro país, por el gobierno norteamericano, en Amancio se renueva la vida en asentamientos y comunidades rurales.

La estrategia de las autoridades gubernamentales de la localidad y cada comarca, impulsa acciones destinadas a mejorar la calidad de vida de las mujeres y hombres que habitan la campiña y se esfuerzan por sacarle a la tierra, con el sudor de sus manos, los frutos para la alimentación.

Una caravana humana llega a estos sitios, distantes de la cabecera del municipio, con los jolongos llenos de esperanzas. Así los servicios de odontología, con su carga de alivios, sorpresas y miedos, dan la posibilidad, además de contribuir a la educación de la población, de acercar a sus viviendas tan demandada práctica.

De bajo de un frondoso algarrobo o una mística Ceiba, se improvisan ferias comerciales y gastronómicas, apareciendo entre sus ofertas productos de alta demanda, que muchas veces, debido a la distancia, no se encuentran en la zona y es donde aprovechan los vecinos para reforzar los anaqueles de la cocina o simplemente ampliar reservas en roperos.

Previo al convite, jornadas de esfuerzos colectivos, las principales instituciones sociales y educacionales visten sus mejores galas. Unas reciben los retoques de la pintura, en otras se arreglan ventanales o puertas. La higiene comunitaria se refuerza y salen a relucir iniciativas, historias y nobles retos para el futuro.

Por lo general en estas cruzadas comunitarias los más beneficiados resultan los infantes, quienes al calor de las reanimaciones disfrutan de juegos didácticos y de participación patrocinados por profesores y activistas del deporte. De la misma forma el talento artístico del barrio muestra sus cosechas y se improvisan canturías, guateques y pequeñas jornadas cucalambeanas, en otras, el órgano Oriental hace mover los pies hasta al más patón.

El festejo renovador no relega las obligaciones productivas y las metas que se asumen como verdaderos compromisos para afincar la economía local como imprescindible resorte de desarrollo, avance y satisfacción popular. Particular atención reciben los renglones destinados al programa agroalimentario.

Las acciones de reanimación, que continuarán en el venidero mes de diciembre, ya dejaron su huella de alegría y transformación en comunidades como Las Pulgas, Jerrones y Pedernales, mientras los vecinos de El Pilar y San Alberto, calientan los tambores y alistan las condiciones para hospedar el convite, este fin de semana.

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