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Vocación sindical y unitaria

Vocación sindical y unitaria

 

70 aniversario de la CTC

A mediados de la década del 30 y principios de la del 40 del pasado siglo, el movimiento obrero del antiguo central Francisco y sus colonias, se empeñó, a tono con la situación nacional,  en la organización del sindicato del sector.

En 1939, coincidiendo con la constitución de la Central de Trabajadores de Cuba, (CTC), fue creado el Comité Gestor, en su nómina aparece como integrante Amancio Florentino Rodríguez Herrero, quien ya en 1940, resulta elegido como secretario general de ese sindicato.

La presencia de  Amancio en la secretaría general del gremio hizo que los trabajadores se vieran ante nuevas, mejores y prometedoras perspectivas para su causa, mientras que la empresa imperialista vio menguadas sus libertades.

La gestión sindical de Amancio estuvo dirigida, fundamentalmente, hacia el logro de la unidad  de acción de la clase obrera y la organización de las estructuras de base. Bajo su prédica y conducción aparecen delegaciones  en colonias como Sitio Viejo, Charco Piedra, La Olema, San Alberto, La América, Ana Luisa, La Hortensia, Las Bolas, entre otras.

A partir de esa época y como consecuencia de la lucha sindical, la Compañía norteamericana se vio obligada a firmar cada año convenios de trabajo con el sindicato y a cubrir demandas como las tres  limpias a los cañaverales durante el tiempo muerto, la chapea de guardarrayas, el pago del sobretiro de la caña, los créditos en efectivo y libres de intereses y el respeto de los escalafones.

Estas conquistas obreras fueron paridas por la unidad y la acción combativa de la clase obrera, que junto a sus principales dirigentes, libró decenas de conflictos  judiciales contra la soberbia  Compañía; pleitos que no pudo ganar nunca con el cuerpo de abogados al servicio de la administración, en virtud de los alegatos no jurídicos sino huelguísticos empleados por Amancio  en su irrenunciable defensa de los explotados.

La organización de un verdadero sindicato, las conquistas y unidad proletarias y campesinas, y el prestigio y respeto de sus dirigentes, entre quienes sobresalía, por la pulcritud en su accionar,  Amancio Rodríguez Herrero, provocó que el odio visceral y las ambiciones imperiales fraguaran, el asesinato y la división como paradigmas de la opresión neocolonial.

Así a un año de la criminal muerte de Jesús Menéndez Larrondo, líder natural de los trabajadores azucareros, se hizo efectiva la condena de muerte de Amancio, en una maniobra orquestada por los dueños del ingenio y sus testaferros. Lázaro Peña, capitán de la clase obrera cubana, despidió el duelo del humilde hombre, señalando que el crimen no quedaría impune.

La acrisolada lucha de Amancio por las vindicaciones sindicales; su vocación y entrega a la causa proletaria lo llevaron a desempeñar  importantes  responsabilidades como máximo dirigente del Partido Comunista en el término municipal de Santa Cruz del Sur, Concejal en dos ocasiones, miembro de la Federación de Trabajadores de Camaguey y secretario agrario de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros.

 

 

 

 

 

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