¿Cuántas injusticias más?
La audiencia de resentencia de tres de los Cinco antiterroristas cubanos, efectuada en Miami, demostró la insostenibilidad de una acusación que pone al desnudo las incongruencias de la Administración de Justicia de los Estados Unidos, en este caso.
La administración norteamericana se vio obligada a reconocer que Antonio, Fernando y Ramón, al igual que René y Gerardo, no causaron daño alguno a su seguridad nacional y que, por el contrario, evitaron muertes inocentes salidas del odio de las organizaciones terroristas asentadas en el sur de la Florida con la anuencia de las autoridades de ese país.
A pesar de la modificación en las penas impuestas, la injusticia es evidente y se corrobora la justeza en el clamor del pueblo cubano y el movimiento mundial de solidaridad con los Cinco, cuya firmeza contribuyó al resultado.
Pero pensando con mente fría cabría preguntarse: ¿Sí es evidente que no dañaron la seguridad nacional del imperio, por qué mantener encarcelados a quienes desde un principio demostraron su inocencia?
En una valiente y sincera declaración al término del proceso de resentencia, Antonio, Ramón y Fernando, ratificaron el carácter político de este proceso. Plantearon, además, el reclamo a favor de Gerardo Hernández Nordelo, que cumple dos cadenas perpetuas más 15 años, "quien ha sido arbitrariamente excluido en este proceso de resentencia".
En el texto los antiterroristas cubanos especifican que como ocurrió en el momento del arresto y en otras ocasiones durante el tiempo transcurrido, "ahora también hemos recibido propuestas de colaboración" a cambio de obtener sentencias benévolas, pero "las rechazamos, algo que jamás aceptaremos bajo ninguna circunstancia", puntualizan, y señalan que por primera vez en 11 años la administración norteamericana se vio obligada a reconocer que "no causamos daño alguno a su seguridad nacional".
Como desde hace mucho tiempo la pelota está en las manos del presidente norteamericano Barack Obama, quien con la mano puesta en el pecho, debe discernir entre los justo y lo ilegal e impedir con su accionar honesto que la injusticia se prolongue a la par que se desintegra la imagen de su gobierno ante la opinión pública mundial.
Por eso en cualquier lugar de este mundo donde exista una persona con sensibilidad, debe levantar su voz para que estos jóvenes cubanos, ilegalmente prisioneros en Estados Unidos, vuelvan a sentir el calor del hogar, donde madres, hijos, esposas y demás familiares, los esperan con la esperanza de la justicia.
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