Ni olvidados ni muertos
Una columna humana porta el tributo de todo un pueblo. Es 7 de diciembre. Mañana cálida, se juntan el insurrecto machete con el fusil internacionalista. El silencio corroe cada piedra. Blasón sagrado que protege y convoca.
En los altavoces resuenan 11 nombres, nombres grabados en lápidas marmóreas. 11 nombres tallados en el Olimpo de la agradecida Patria.
Rosas rojas coronan cada nicho. Lágrimas inundan mejillas. Lágrimas de dolor, lágrimas de sentimiento, de orgullo, compromiso y reto.
Es 7 de diciembre. El Titán ordena carga al machete. La manigua se tiñe de patriotismo. La caballería enrumba por senderos de futuro. Los retoños se empinan, el legado los llama.
El aire de la cálida mañana trae la tristeza por la pérdida reciente. En los altavoces melodías esculpen Héroes, que venidos al presente guían con su inmortalidad.
No son muertos. Son monumentos de humanas razones, clarines de indómita estirpe. Contagia el sublime gesto de ideas vestido. Sus luces florecen en fértiles semillas. Ellos no están ni olvidados ni muertos.
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