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Amanciero soy

En defensa de la Historia Local

En defensa de la Historia Local

El pueblo de Amancio dio al mundo, el primer día del quinto mes del año, una verdadera demostración de solidaridad, civismo, unidad y respeto incuestionable a la mayoritaria voluntad de defender nuestra Revolución hasta las últimas consecuencias.

La avenida Sergio Reinó vibró con el entusiasmo de unos 16 mil amancieros que en marcha patriótica rindieron el merecido tributo a la clase obrera, a nuestros líderes y respaldaron la obra de la sociedad nacida el primero de enero de 1959.

Los colores de una mañana diferente, especialmente los de nuestra enseña nacional, coparon espacios e imágenes que le dieron la vuelta al mundo a la velocidad que las nuevas tecnologías permiten.

A mi modo de ver las cosas, al desfile le faltó una buena dosis de localismo. Me refiero, por ejemplo a la escasa y prácticamente nula presencia de fotos y cuadros de mártires y héroes que hoy dignifican la historia de este municipio.

Por qué junto a las imágenes de nuestros líderes y patriotas nacionales e internacionales, los entusiastas trabajadores que participaron en la manifestación, no levantaron los de Amancio Rodríguez Herrero, en el año del centenario de su natalicio.

Tampoco estuvieron presentes los de José Oviedo Chacón, Arsenio Yero y muchos más que nos legaron ejemplares páginas en la lucha por la vindicación de todo el movimiento obrero. Esta es una evidencia que los organizadores de semejante evento deben tener en cuenta para futuras ediciones.

De todas formas, esa observación no constituye una mácula que disminuya el brillo del desfile proletario efectuado en esta ciudad del sur tunero.

Son muchas las personas que consideran, entre ellas yo, que las riñas y las indisciplinas sociales perturbaron la jornada que en su esencia constituye una fiesta para los que edifican con su esfuerzo y trabajo creador los senderos del bienestar y el progreso de esta rebelde nación.

Nada justifica que algunos ciudadanos deambulen por las calles en sus cabalgaduras, que porten armas blancas en medio de concentraciones públicas, falten respeto y pongan en tela de juicio la tan admirada tranquilidad ciudadana que disfrutamos los cubanos.

Los transgresores del orden tienen sentir todo el peso de la ley, no se justifican contemplaciones, las autoridades competentes deben ser más enérgicas con quienes violen lo establecido porque el pueblo trabajador merece disfrutar a plenitud ese festejo después de tanto esfuerzo y consagración.

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